jueves, 19 de octubre de 2017

lluvia de flechas

No lo puedo evitar. Siempre me han gustado aquellas personas que son capaces de bailar bajo una lluvia de flechas.

Pues bien, esta es la noche de las Oriónidas, una lluvia de meteoritos que se dejan ver sobre el cielo en forma de estelas verde amarillas de restos pertenecientes al cometa Halley. ¿Qué tiene que ver una cosa con la otra? Parece una lluvia de flechas incendiarias surcando tu cabeza.

Orión, dice alguna fuente de los textos clásicos(no voy a documentar nada, voy a contar la historia como literariamente me parezca) fue un gigante mitológico, un gran cazador hijo de Poseidón y Euriale que tenía la capacidad de andar sobre las aguas. Aparte de ese emocionante poder murió por causa de una flecha en la cabeza que le lanzó su propia enamorada Ártemis engañada por una argucia propiciada por el celoso Apolo.

Son actores secundarios que reciben heridas por aguantar a esos héroes de leyenda que creen soportar el peso del mundo con cara de consternación mientras a su lado el secundario, ique sufre la misma Odisea y está igual de magullado, da de comer a los caballos en los descansos y vuelve a la mesa con una sonrisa para brindar por un nuevo amanecer mientras el líder aguanta con un crispado gesto de solemnidad. Al día siguiente, ni que decir tiene, que ambos están igual, en primera línea de batalla, con la diferencia que uno lo hace para que lo vean y para ganar algo dorado y el segundo por ideales y para probarse a sí mismo.

Tengo la mala costumbre, desde que estudié cine, desde que leo novelas y otras narraciones que caen en mis garras, de diseccionar las historias y liar la madeja que me cuentan en los primeros compases de la trama. Es algo un poco patológico, lo reconozco. Pero no hay mala intención.

Anoche caí con toda la caballería en mi propia trampa. Empecé a ver, casi con desidia una obra coral con una serie de arquetipos aparentemente de hoy en día que parecían sacados de la parada de los monstruos, enseñando puñales y ballestas mientras desayunaban en la playa. Empezaron a intranquilizarme. Empecé a observarlos, a destripar las armas destructivas de cada uno, a ponerles nombre y apellidos. Terminé perdiendo, un poquito más, la fe en la humanidad al ritmo de unos actores estupendos jugando al juego del sálvame mientras escondían su mierda bajo la alfombra.

Fue tal mi desbarajuste mental que me olvidé de un personaje, uno que siempre estuvo allí, al que borré de mi mente por su taciturno deambular por la escena y sus ausencias desmedidas. Hasta que apareció en el climax y mientras todos los héroes afilaban sus armas sobre la promesa de un nuevo amanecer, él se plantó frente a ellos y habló. Habló para que todos lo miraran a los ojos y apuntaran sus armas hacia él...o las tiraran por el aire y salieran corriendo aterrorizados.

No voy a desvelar el final de la peli...
Tampoco voy a decir su nombre, pero si alguien la reconoce y la ha visto me encantaría escuchar más opiniones sobre ella.

Puto cine francés.


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