miércoles, 22 de febrero de 2017

La noche de los cuchillos

Una vez más mirando al reloj, contando los segundos para ver caer sobre la mesa el resultado de los finalistas del Mayor Espectáculo del Mundo. Con todo escuchado, amén de algún grupillo de preliminares que no me dio tiempo, ni ganas, de revisar veo un nuevo año la caldera a punto de explotar.

Voy a mojarme antes de que caigan los puñales relegando a los siempre felices gaditanos a la otra vida, la calle. Empiezan los carnavales, empieza la celebración pagana que se remonta a Sumeria y los antiguos ritos egipcios al toro Apis y de allí fue a antiguos ritos asiciados al dios Baco y al vino, con Momo como una divinidad invitada a la fiesta como la personificación de la burla, la sátira y la agudeza irónica, hijo de Hypnos, el Sueño, y Nix, la Noche.

Fiesta de máscaras y disfraces donde se permiten los pecados de la carne, se permite la libertad de expresión y la exaltación del humor. No atravieses estas puertas si no te sientes preparado para romper con la hipócrita verdad, derrumbemos los muros y hagamos pasar el hilo de nuestra vida en el ojo de la aguja.

Queda una agrupación, así lo avisan por megáfonos y yo voy a hacer mi pronóstico. Mi derecho a expresarme, la lista de reyes para todo aquel que quiera conocer lo que se lleva de mi vida cada febrero. En primer lugar empiezo mi camino citando a quien considero la pluma más fina del carnaval, Juan Carlos Aragón, filósofo y poeta, y si yo ya fuera un firme seguidor de sus letras, este año los vivo de peregrino a peregrino y les deseo lo más grande del concurso. Parafraseo al poeta “Por el mundo voy caminando, como un peregrino llevo toda la vida, siempre por el margen y pisando los charcos, buscando la verdad por direcciones prohibidas”

Y si tengo que elegir el resto de compañeros que tienen que acompañarlos a la final a riesgo de que me explote la cabeza me llevaría a La azotea, me montaría a una cuerda sobre un abismo de grupos y elegiría a Los equilibristas para no caerme al vacío. Y si tengo que mojarme, solo si tengo que mojarme pagaría dos óbolos al barquero y me montaría en La Eternidad de Caronte porque si no llamaría al Ángel de Cádiz para que me diera su protección.

Las chirigotas las desvisto de seriedad y me lo tomo menos en serio, Solo me llevo a los que me hacen reír de verdad y no los que hacen sus gracias como si tuvieras que reírte. Su sino es ser auténticos y sorprendentes. En esta categoría, ya que no está el Cabra que me hace reír en cuanto sale al escenario, doy mi bendición a El Selu, porque año tras año demuestran que domina como nadie el arte del personaje gaditano con su muestrario de esos que te vas a encontrar por cualquier calle de Cádiz un día cualquiera. Vivan mi suegra como ya dije.

Me han sorprendido este año sin embargo el irreverente entierro que le hacen a Manué en la chirigota No te vayas todavía que ya no saben qué hacer para mantener fresco al fiambre. Sólo por el pasodoble que le dedican a la única componente femenina de su grupo y animando a las mujeres a participar más en el carnaval. Y si de cuplés hablamos el que le pidieron al jurado que se dieran prisa en decirles si pasaban o no a la final porque Martínez Ares les esperaba con la barca en doble fila (chiste interno entre agrupaciones que le da el auténtico sabor a espontaneidad al carnaval). Las otras dos plazas, sin pensármelas mucho se las daba a los del planeta rojo, pero rojo, rojo porque también dan la talla menos la de picha, de picha no…pero tienen dos!! Y pa religión la mía que me parecen que animan bastante y vienen con tradición antigua e ideas nuevas.

Los coros nunca fueron mi fuerte porque me dan sueño, eso es así. Pero me flipan los trajes. Este año he procurado no dormirme viéndolos y lo he conseguido parcialmente así que voto para la final a los que no lo han hecho que han sido Mi gaditana, la reina de la noche, el mayor espectáculo del mundo que me ha gustado especialmente y si tuviera que mojarme metía a julio Pardo pero es que creo que no he llegado a escucharlo entero ningún año, así que me quedo con el vapor del sur que tenían una bonita musicalidad a Mississippi.

Y los cuartetos no los dejo los últimos porque crea que deban estar los últimos, al contrario, porque quiero reivindicar  que deberían no solo sobrevivir con dos plazas en la final, sino que deberían reinventarse, debería aflorar en una nueva primavera y volvieran a ser un género fuerte en los carnavales porque al final es el más teatral de todos los géneros. Reconozco que siempre digo que desde windous 95 no he visto un cuarteto igual. Y mucha gente más lo dice, así que igual allí está la evolución natural del cuarteto. No obstante me reí bastante con los dos cuartetos que han pasado a semifinales así que yo me los llevaba a los dos a la final pero decir que me quedo con el personaje de la niña gótica de lo que el viento se llevó (odio elegir).


Así que espero que el jurado sea clarividente y monte la final que a mí me gustaría ver. Y el que no esté de acuerdo con mi opinión, te joes que estamo en carnavá.


jueves, 9 de febrero de 2017

Del Carnaval a la orillita

El agua siempre ha sido un lugar importante en la vida de las personas. Unos, ese es mi caso, nacieron mirando al mar. Otros recuerdan como si fuera ayer el primer día que vieron las olas lamer sus rodillas. El caso es así de claro, cuando aún no has conocido la luz, ya conocías el agua, ya navegabas a la deriva en el líquido amniótico, un mar de vida en diferido sin clausula suelo que viniera a despertarte.

La orilla. Tantas metáforas se me vienen a la mente en torrente…el paso de la laguna Estigia donde cada griego daba dos monedas al barquero que habría de llevarlo al otro lado, Gerión inspirando su canción en los dientes del mar, Poseidón apareciendo en su carro de caballos marinos, Tritón llamando a tropas con su cuerno salado.

El culto por el agua va más allá de un simple ritual de verano. Es el sendero del pensador, el espejo del reflexivo, la novedad en ojos del conservador y la bendición final del viajero. No se hacen charcos en el suelo por casualidad tras la lluvia, como por casualidad no se mezclan los colores en la acuarela cuando una mano sabia los empuja.


En estas me muevo cuando veo en la estrella de mar más bonita de Cádiz, la sala del castillo de Santa Catalina, una exposición de una gran acuarelista, una artista desde mi boca al infinito, una luchadora incansable por pespuntar una luz sobre cada sombra, en definitiva una maestra y una amiga.

Hay una cita obligada en Cádiz, una luz al final de cada túnel, porque de eso van también las orillas y no lo digo yo, no lo dice Ana Sánchez, que también parafrasea en soledad a Monet, y yo aprovecho para invitar a la fiesta a William Turner, Sorolla, Hockney (¿Verdad Ana?), Alberti, Neruda, Hemingway...

Es época de carnavales, ya lo sabéis bien para vuestra desgracia. Los Carnavales Más Grandes del Mundo, que me perdone Río, que me disculpe Venecia. Estoy rendido a los pies de Cádiz, no quiero ser objetivo ni lo pretendo, pero aquí os dejo mi corazón en una bandeja. Os lo dejo para que este febrero y si no marzo, abril o mayo, hasta el 28, vengáis a daros un paseo por el parque genovés, veáis morir el sol tras el mar y luego podáis recrearos con una perla que brilla por si sola en Cádiz , la exposición de acuarelas, a nadie va a dejar indiferente, de Ana Sánchez “A la orilla… las orillas”