miércoles, 26 de febrero de 2014

Entre dos aguas

Hoy nos deja un Grande, un genio, un mago de la guitarra, además de referente universal del flamenco. No solo por grande sino por compatriota, porque nació en la misma ciudad que yo, en la punta de Europa, con vistas a Gibraltar hacia un lado y África al otro. Nos deja sin duda una buena discografía y personalmente me quedo con canciones que me han aportado muchísimo en mi vida y, sobre todo, que me han hecho sentirme transportado a un trocito de mi tierra. Algunas de las que podría aconsejar son Entre dos aguas, Guajiras de Lucía, Río de la miel, Albaicín o Almoraima (hoy me pasé el día escuchando estas y otras muchas piezas).
Paco de Lucía sin duda fue un motor incombustible, con la impronta genuina del genio que es hacer grande a todo el mundo a su alrededor. No era de extrañar que terminara aliándose con Camarón (aunque su estela vital fuera más alargada que la del isleño) y regalando a todos los aficionados al flamenco uno de sus mejores momentos de vida. Pero Paco siguió y finalmente, aunque temprano, podría decirse que ya había conseguido casi todo lo que se había propuesto, que fue deslumbrar, convertirse en un músico de frontera, ser reconocido mundialmente y ser considerado un maestro en su arte.
Sin duda se me queda clavada la espinita, quizás el rosal entero, de no haberlo visto desde hace ya mucho tiempo subido a un escenario. Haberle dedicado un garabato de admiración, de consideración a su arte y de compartir un par de palabras con el mismo acento.
Como decía el bueno de Julio Cortázar tras enterarse de la muerte de Jean Cocteau, “…un pedazo de mí también caía muerto sobre los manteles, entre frases convencionales”. Y es que al final la cultura y el respeto por los que hacen de ella un rinconcito mejor forman una parte indispensable de lo que somos. En esencia estamos formados por un collage de libros que leemos, de cuadros que observamos, películas que vemos y música que escuchamos. Y cuando una de esas cuerdas caen, la marioneta que somos deja arrastrando una parte de esa conciencia.

Descanse en paz, Maestro, dedíquenos desde lo alto una de sus guajiras para que levantemos la cabeza a las nubes y sepamos que la sombra de tu arte es alargada.

viernes, 21 de febrero de 2014

Rozando el lado oscuro


Hace tiempo que no me asomaba al balcón de mis reflexiones. Quizás no tenía pensamientos propios en los que refugiarme o es que mi producción de pájaros de barro ha sido, en estos meses, más bien escasita. No obstante sí que hubo movimiento interno, una orquesta de sonidos que se ha mudado a mis pulmones, una vía de acceso inhabilitada y un botiquín lleno de subterfugios para paliar la falta de excesos. El dragón duerme rodeado de nubecillas de clorofila y el pecho lucha por no salirse de su órbita. Sí, han sido muchas noches de limón y miel penando por desfiladeros de paños calientes, muchos día a día encerrado entre cuatro paredes sin pánico y con la desidia del que no sabría a donde ir si pudiera.
De tan poco abastecerme de residuos sociales he llegado a pensar que todo cuanto acontece fuera no es más que un reflejo retroalimentado  de una mente cibernética y adicta a hacer chapuzas mentales, o una transmigración de raíces tentaculares que poco o nada tienen que ver con los tejidos neuronales salvo en la endiablada capacidad de transmitir sensaciones, noticiarios de las tres u otras lindezas a la velocidad del vértigo. No sé si alguna vez os habéis sentido en este estado de flotación en que el mundo transcurre frente a vos como una lámpara encendida y cuando conectáis el modem de 56 kbps todo se vuelve lento y pesado hasta la náusea y necesitáis escapar a vuestro habitáculo a riesgo de empezar a proferir improperios ante una realidad tan zafia y cargada de inmundicias morales.
Por no hablar de la asfixiante atmósfera de caos y corrupción mental a la que nos someten, no lo olvidemos, nuestros semejantes (supongo que ese ha sido el principal motivo de mi necesidad de ponerme la máscara). Porque a fin de cuentas no son ni más que nosotros ni por supuesto mejores y sin embargo se las ingenian para sobreponerse como élite, más cercana al Eccemono que a la Gioconda si les sirve de consuelo.
Una sociedad debe aspirar a ser digna de elogio y para ello el poder no serviría ante ojos de nadie si le diéramos la vuelta al pensamiento de que tanto tienes tanto vales  y lo convertimos en la realidad más objetiva, tanto sabes hacer, tanto mejor eres. No pararé de demostrar que ese es el auténtico camino hacia la sabiduría, el conocimiento vedado y la consecución de la paz personal. Cuando consigas eso podrás desearle la paz a tu hermano y enseñarle a conseguirla para así hacer una red social real y sin caralibros. El ya lo haré luego, eso no sirve para nada, quien se creerá ese que es o el vuelva usted mañana son vestigios de una escatología moral imperante y una moderna falta de juicio y autocrítica.
Ante tal alienación de los sentidos ando preparando en mi invernadero de ideas una nueva piel sintética y aislante de gente tóxica, una serie de mecanismos con ruedas dentadas capaces de hacer supurar la bilis, amén de una nueva cara de acero galvanizado para poner una y cien veces la misma mejilla rompe manos a todo el que se atenga, mi guantelete de seda para poder generar cultura a manos llenas y pies de plomo para andar anclado a la tierra que nos vio nacer.


“La voluntad y el deseo de mejorar son los mejores materiales con los que se fabrican los cimientos de los sueños”