sábado, 25 de enero de 2014

Somos lo que elegimos ser

El sueño viene cada noche para acariciarnos con su dulce velo de descanso. Sin él no seríamos más que trozos grises de existencia, masas informes sin impulso vivo. El hombre de arena es el guardián de ese sueño, el piloto automático de la nave en las horas del ocaso y, ya de paso, el proyeccionista de tus aventuras al otro lado del espejo. No obstante, el nunca viene sólo y no siempre su compañía nos gusta. Su hermana mayor, Muerte, es su favorita, la que susurra desde las sombras que cada vez te queda menos para cruzar el Aqueronte. Su otro apoyo quizás sea Delirio, la que distorsiona tus pensamientos con su particular visión del mundo, mientras saca de paseo a sus peces payaso.

Existen otros hermanos, existen otros mundos. Existe Destino, que vive ciegamente encadenado al libro de los designios mientras deambula eternamente por el jardín de los senderos que se bifurcan. Existen las mellizas Deseo y Desesperación que moran en lo más oscuro de los pensamientos de los que han dejado de vivir y existe Destrucción que dejó su reino al caos y al azar para dedicar su vida a su contrario, a crear.

Estos son los Eternos, los dioses de los reinos más dispares de las sensaciones humanas. Los que gobiernan tu mente cuando estas dormido o despierto. ¿En quién vas a pensar? Vas a abrir un libro y pensar en Destino, o vas a temer a Muerte en los ojos de cada sombra que se te acerca, o bien vas a dejarte mecer por Deseo hasta que te lleve a la Desesperación. O puedes Destruir lo que te pasaste años levantando. Al final de todo ello, con suerte, te quedarás en los territorios del Delirio balbuceando como un loco sin sentir mucho más y, con más suerte aún, quizás Oniros te lleve una noche más a su reino y en él te enseñe un camino vedado, una llave hacia un objetivo que cumplir, así que cuando estés en el palacio de los sueños aprovecha para ser de verdad lo que elijas ser…