domingo, 8 de abril de 2012

De Pascuas en Ramos


¿Hoy es día de Pascuas y Ramos, no? ¿O solo Pascuas? ¿Y cuándo son los Ramos? Que me perdonen los que saben de fiestas y santos porque yo de esto hablo, opino y recuerdo, pues como la expresión popular me indica, de Pascuas en Ramos. El caso es que para entrar en este día santo, hay que entrar despojado de todo mal, hay que encontrar el consuelo que nos permita afrontar el día con una tranquilidad e imperturbabilidad dignas de elogio y aprovechar las horas sin mirar el reloj, sonreírle a los prójimos y apiadarse de los que no pudieron sacar sus Santos a relucir durante estos días atrás (hoy expío aquí delante mis chanzas y risas irónicas con todos esos pobres privados de su disfrute).

Así que, anoche, en vísperas del día de hoy he hecho una nueva cosa por primera vez. He hecho huevos de Pascua, eso sí, a mi manera. Se lo he dedicado a una religiosa amiga y ahora, orgulloso de mí opera prima oval, la expongo aquí sin ánimo ni prejuicio de parecer más religioso que un practicante dedicado. Ha sido un simple acto de espontaneidad práctica y visual pero oye, éstas cosas pasan. Pero como todo no puede ser bueno, santo y creativo también os digo que, en estos momentos, solo quedan tres. Los otros tres me los he zampado porque tenía la Santa necesidad de hacer una tortilla francesa que, al estar santificada sue generis, espero que limpie mis culpas internas.

Cómo cuando estas cosas pasan parece que todo a tú alrededor se asocia en una misma causa, se centra en un mismo punto de inflexión y se conecta con tu vida, tengo que hacer una nueva confesión. Estoy leyendo el Éxodo. Aunque viniendo de mí pocos se lo iban a creer y les diría que algo de razón llevan. Me estoy leyendo el “Éxodo de los gnomos” de Terry Prattchet. No deja de ser una fiel recreación santa del destierro y la búsqueda de la tierra prometida pero desde el punto de vista de unos seres bajitos que ven el mundo desde otra óptica. Y después de haberlo tenido, el libro, prestado y postergado desde hace más de dos meses sin tocarlo llega Semana Santa y voy y me lo leo. Uno más de esos conceptos inexplicables en los humanos.

Así que, en definitiva, disfruten del último día santo, ya sea pascuas o ramos, prometo aplicarme para la próxima, y el valor más importante y santo que saco del día es que a la vida santa “Hay que echarle huevos. Amen, que no Amén”.



jueves, 5 de abril de 2012

Dos pájaros de un tiro

Hay quien no cree en casualidades y quien cree que son pequeñas bromas del destino para dejarnos con una sonrisa en la boca. Esta pequeña gran broma se la gastó el azar a mi padre al traerle, hace treinta y cinco años ya, en el día de su cumpleaños a su primera hija, mi hermana, como regalo.

Nunca le pregunté, pero lo haré cuando lo felicite, cómo se sintió, él que todo sabe arreglarlo con su caja de herramientas, cuando le pusieron esa cosa chiquitita, poca cosa y con pinta de estropeada (hoy en día es todo una mujerona, todo hay que decirlo) en sus brazos y le dijeron “felicidades, ha tenido usted una hija”.

Mis tres posibles respuestas son: A) Y este ruido que hace el motor de la incubadora no suena muy bien, ¿Les importa que le eche un vistazo? B) A ver si despiertan pronto a Pepi que tengo que ir a lavar el coche. C) ¿No es la cosa más bonita del mundo?

Yo aún no estaba por allí para escucharlo, entonces tenía menos cuatro años, pero estoy seguro que los que estaban allí con él le escucharon todos decir la C. Hoy cumple el doble más uno de los que tengo yo y la edad de mi hermana no la voy a decir porque está feo revelar la edad de una dama que está en su plena juventud y facultades así que, una vez más, desde mi destierro autoimpuesto les hago participe de mis felicitaciones y me congratulo con el azar por permitirme pintar dos pájaros de un solo tiro.


¡Felicidades!

lunes, 2 de abril de 2012

A golpes de realidad

La realidad nos suministra golpes. Eso está claro. Y duelen. Pero la única manera de soportarlos es volver los ojos hacia dentro y buscar los paisajes de nuestra mente. Los sueños se han creado para hacernos un arquetipo real de lo que queremos, querríamos, desearíamos ser. Pero la realidad nos envuelve en su frío manto y nos conduce por sus propios senderos en una especie de Teoría del Caos muy premeditada.
Hay un atajo, pero hay que perder la razón. El teatro mágico espera con las luces encendidas, ruido entre bambalinas y lámparas de queroseno inextinguibles. ¿Estás dispuesto a pagar la entrada? Elije la mejor butaca que empieza el espectáculo. También puedes pedir un papel en la Obra, solo para lokos, y si la cosa funciona convertirte en tu propio personaje de ficción, dibujar tu historia con lápices de colores y crear toda la escenografía de tu mente o dejarla en manos de un creador de sueños bien adiestrado.

¿La obra? La eliges tú: Tragedia, Comedia o Drama, en tres actos… o puede que cuatro. En realidad, cuando la obra comienza nadie sabe cuándo empieza o cuando acaba. Bueno, sí. Acaba cuando un personaje se va, haciendo mutis por el foro, o es aniquilado a golpes por la realidad. El que persevera en su locura, al final se gana las tablas, el aplauso del patio de butacas y un bonito viaje a la inmortalidad. ¿Qué no oye los aplausos? Los aplausos también forman parte de su locura, usted elige a sus espectadores, usted crea su Personaje de ficción, lo impregna de sí mismo, lo viste de símbolos y se desplaza por las tablas danzando y retando, a golpes, a la realidad.

Sólo hay un Teatro Mágico. No es para cualquiera. La entrada cuesta la Razón. La obra no se acaba, las luces no se apagan. Vuelva cuando quiera, le iremos contando de que va sobre la marcha.